
San Valentine’s Day: Una tradición con fuerte arraigo en la cultura anglosajona
Pleno febrero y, otra vez, el amor flota en el aire. Es que, en Argentina, cada vez son más los que se “suman” a la celebración de San Valentín, también llamado Día de los enamorados o Día del amor y la amistad.
Esta festividad, asimilada por la iglesia católica, existía mucho antes de haberse transformado en un fenómeno comercial. Sus orígenes, se remontan al siglo III en Roma, donde un sacerdote llamado Valentín, se opuso a la orden del emperador Claudio II, quien decidió prohibir la celebración de matrimonios para los jóvenes, considerando que los solteros sin familia eran mejores soldados.
Valentín, contrario al decreto del emperador, comenzó a celebrar en secreto matrimonios para jóvenes enamorados. Al enterarse, Claudio II sentenció a muerte a San Valentín, el 14 de febrero del año 270, alegando desobediencia y rebeldía.
Si bien hay otras versiones del origen de esta fecha, lo cierto es que la palabra “Valentín” continuó siendo referencia de los enamorados a los largo de los siglos. Prueba de ello son algunas cartas de amor históricas, hoy ejemplo vivo de esta tradición.
San Valentín, a lo largo de los años
La carta de amor más antigua que se conoce es del siglo XV y fue escrita por Carlos, el duque de Orleans. Era una poesía dedicada a su esposa, escrita durante la temporada que estuvo preso en la Torre de Londres.
En el poema, que forma parte de la colección del Museo Británico, el duque habla del amor que siente por su esposa y se refiere a ella como “Ma très douce Valentine”.
La popularidad de San Valentín en el año 1601 era ya lo suficientemente grande como para que Shakespeare lo mencionara en el lamento de Ofelia:
To-morrow is Saint Valentine’s day, All in the morning betime, And I a maid at your window, To be your Valentine. (Mañana es San Valentín, temprano, al amanecer, y yo estaré en tu balcón, tu enamorada seré).
El intercambio de notas románticas se convirtió en una práctica habitual en Inglaterra y floreció en la época victoriana. En esa época, el lenguaje del amor se convirtió en un juego de señas secretas, repleto de símbolos y guiños particulares.
Dedicarle a la amada un poema en el que su nombre fuera el protagonista en forma de acróstico era uno de los modos más originales de demostrar el amor.
Como habitualmente los enamorados no eran tan creativos ni tan buenos poetas como pretendían, solían encargar estas composiciones. Otras veces, los copiaban de alguna revista o manual. Uno de los más populares era “The People’s Valentin Writer”, un libreto publicado en 1850, que ofrecía diferentes poemas cuyos acrósticos componían algunos de los nombres victorianos más populares como Charlotte, Eliza, Elizabeth o Laura.
Less of friendship, more of love
A single smile, my heart can move;
Undying love! Not echoed yet,
Remains within a ponderous weight
And, without you, I’m all but dead.
El primer registro que existe sobre la comercialización de esta fecha es en 1840, año en el que la norteamericana Esther A. Howland diseñó tarjetas de regalo ilustradas con cupidos y bellas imágenes relacionadas con el enamoramiento.
Estas tarjetas, conocidas como valentines, fueron comercializadas en la librería que dirigía su padre en Worcester (Massachusetts). Llegó a convertirse en un floreciente negocio que, posteriormente, se fue ampliando con la incorporación de cajas de bombones en forma de corazón y ramos de flores, entre otros regalos ya clásicos entre los enamorados.
Hay mucho por decir sobre esta tradición. Es una buena oportunidad para recordar propósitos, valorar vínculos y, muy especialmente, para poner en palabras el amor. ¿Pensaste en celebrar este día?